“Después de trabajar durante 20 años como Director de Servicios de la Unidad para Personas Ciegas de la Biblioteca Nacional de la República Dominicana, me postulé junto a otros profesionales sin discapacidad para ser profesor para estudiantes de nivel secundario. Fue la primera vez que una persona sordociega participaba en un proceso de selección de ese tipo. Como resultado, obtuve 85 puntos sobre 100.
“A partir de octubre de 2015 empecé mi trabajo como profesor de Español y Literatura con estudiantes
de 1º, 2º, y 3er. curso del Liceo llamado Dr. Julio Abreu Cuello de mi ciudad (Monte Plata). Cuando comencé hubo sorpresa y desconcierto entre el personal. Sin embargo, mi interacción con los estudiantes y buena relación con el personal produjo mi rápida inclusión dentro del cuerpo docente.”
“Al conocer que había superado el concurso de oposición y que tendría un puesto como docente, experimenté una mezcla de satisfacción e incertidumbre. Me pregunté: ¿cómo lograría una buena comunicación con estudiantes sin discapacidad? ¿Cuál será la actitud de mis colegas? ¿Qué estrategias aplicaré para que mi discapacidad no interfiera con la calidad de la educación, de mi trabajo y de mi relación con los estudiantes?”
“En una reunión inicial con los directivos y docentes de la escuela, les expliqué la naturaleza y características de la sordoceguera y les expresé que la discapacidad no me había impedido desempeñarme como gestor cultural, periodista de radio, televisión y prensa escrita. Me sentía con la capacidad y el entusiasmo para asumir el desafío de iniciar la docencia de estudiantes adolescentes sin discapacidad, para quienes me mostraría también como un ejemplo concreto de superación de las barreras y las actitudes negativas que enfrentan las personas con discapacidad. Al inicio de cada año escolar, le explico a mis estudiantes de manera clara y sencilla que soy una persona sordociega, pidiéndoles que al intervenir en clases utilicen un volumen de voz alto y claro. También los comprometo a ser colaboradores conmigo en las actividades puramente visuales, tales como pasar la lista, supervisar y controlar la disciplina, manejar tecnologías no accesibles, utilizar el pizarrón, etc. Como resultado, he recibido de ellos una colaboración activa de forma natural y espontánea.”
“Entre los principales obstáculos que se me presentaron estuvo el de manejar adecuadamente aulas con 30 estudiantes, las labores de planificación de las unidades didácticas, el manejo de los recursos del aula, así como el desplazamiento en el recinto escolar. Acordé con la directora y coordinadoras de gestión trabajar con grupos de 15 estudiantes, aunque fuera necesario duplicar el tiempo de docencia. En cuanto a la planificación, el manejo de recursos y los desplazamientos, he conseguido la ayuda de mis colegas docentes, de mis estudiantes, así como del personal administrativo y de conserjería.”
“Ejercer la labor educativa me ha demandado nuevos aprendizajes, esfuerzos adicionales e imaginación y creatividad para lograr mejores estrategias de comunicación, orientación y movilidad, lo que hasta ahora ha ampliado mis capacidades, ha aumentado mi autonomía y autoestima, igualmente ha ampliado mis relaciones sociales, interpersonales y de seguridad en mí mismo.”
“En agosto del año siguiente fui trasladado al Liceo Secundario Madre Ascensión Nicol, en donde mi integración laboral fue más rápida y acogedora; integración que ha ido avanzando y profundizándose cada vez más.”
Me parece que trabajar en un entorno comunitario amplio, como el que forman los estudiantes, sus familias y los compañeros de trabajo, me permite mostrar las posibilidades de ser útiles y activas que tenemos las personas sordociegas, difundiendo las capacidades de nuestro colectivo desde la acción cotidiana más que desde las charlas y discursos en conferencias y medios de comunicación.”